Nunca tuve razones para no
quererte, y eso por eso que te quiero. Mis motivos no fueron herirte, solo
quise que supieras la verdad. Demasiado me había engañado como para seguir
engañándote a ti. Todo esto comenzó sin un por qué, ninguno de los dos sabía lo
que hacía. Ninguno de los dos se conocía. Pero todo paso y quien lo iba a
detener, no? Tú conmigo, yo contigo. Éramos una buena compañía. Si la vida me
enseñara, si nos diera un libro con al menos unas simples instrucciones, esta
historia tendría otro final. El problema es que la vida no nos quiere ayudar. Sé que duele, pero así debe ser. No hay
manera más fácil de explicarlo corazón. No nacimos el uno para el otro, no eres
mi otra mitad. No soy tu alma gemela.
Cada día, fue el mejor día. Y
estoy agradecida por eso. Pero te doy por seguro que en los siguientes próximos
días, habrá alguien que con todo su amor te los convierta en más que los
mejores días. Cuando llegue el momento sé que entenderás y me recordaras. Al
igual que yo a ti. Y seremos los únicos en seguir queriéndonos de una forma
especial.
Ese “nada es para siempre”, no
existe en nuestro propio mundo. Te querré toda la vida, y toda la vida estaré
para ti.